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Situación Geográfica

Malí, es un país ubicado en el corazón de África occidental. Limita al norte con Argelia, al este con Níger, al oeste con Mauritania y Senegal y al sur con Costa de Marfil, Guinea y Burkina Faso. Es un país sin salida al mar, situado a más de 1.000 Km. de la costa. Es el séptimo país más extenso de África con un tamaño de 1.240.000 Km² (más de dos veces el tamaño de España). Su población estimada en el año 2019 es de 18.541.980 habitantes. Su densidad de población es de 15 habitantes por km2 . La capital de Malí es Bamako.

Malí está dividido en ocho regiones administrativas y un distrito. Estas divisiones llevan el nombre de la ciudad principal de cada zona. Las tres regiones del norte, Tombouctou, Kidal y Gao, representan dos tercios de la superficie del país, con solamente el 10% de su población. El sur del país está dividido en las regiones de Kayes, Kulikoro, Ségou, Mopti, Sikasso y el distrito de Bamako

El territorio de Malí es muy extenso y variado. Se pueden diferenciar dos claros paisajes y climas; el paisaje desértico que coincide con el clima árido del Norte y la sabana, que coincide con el clima subtropical del Sur. En la mayor parte del país las precipitaciones son escasas por lo que las sequías son frecuentes.

Los principales recursos naturales del país son; el oro, el uranio y la sal. En la actualidad, Malí debe hacer frente a la desertificación, la deforestación, la erosión del suelo y al agua contaminada.

Situación política

Malí es una democracia constitucional gobernada por la Constitución del 12 de Enero de 1992. Dicha Constitución establece como sistema de gobierno una democracia multipartidista, cuya única restricción importante consiste en la imposibilidad para formar partidos basados en una sola línea étnica, religiosa, regional o de género.

Las últimas elecciones legislativas tuvieron lugar en 2013 siendo elegido como presidente en segunda vuelta Brahim Boubacar Keïta.

En Mali existen más de 80 partidos políticos. La Asamblea Nacional, integrada actualmente por 147 miembros, es el único cuerpo legislativo del estado. La representación de los diferentes distritos administrativos en dicha Asamblea se establece proporcionalmente a la población de los mismos y sus diputados son elegidos por sufragio universal directo.

Se ha realizado una importante reforma política para facilitar la descentralización del país, en la idea de transferir las competencias a las colectividades administrativas locales. Los intereses locales son gestionados de la forma más cercana posible a la población. Esta reforma acaba con la división territorial heredada de la colonización, y fue precedida de un proceso de consulta popular, que ha permitido la creación de comunas, que reúnen varios pueblos y fracciones de territorio.

En la actualidad existen en Mali 703 comunas, de las cuales 19 son urbanas y 684 rurales. Una ley de 1999 confirma esta reorganización administrativa y territorial de Mali.

Actualidad 2021 - Una transición mixta

La emergencia de un nuevo Malí está sobre la mesa del Gobierno de transición tras el golpe de Estado del pasado 18 de agosto que desbancó de la silla presidencial a Ibrahim Boubakar Keita (IBK). La desintegración del régimen maliense se produce también después de meses de descontento popular en los que los malienses exigían reformas para un país golpeado por la inseguridad, la corrupción y la imparable desviación de dinero público destinado a sectores como la educación o la sanidad.

El tercer productor de oro y el primero de algodón del continente africano se hunde cada vez más ante la impasible mirada de las élites políticas y económicas locales, regionales e internacionales.

Ahora, se le ha presentado al país una nueva oportunidad con un reformado equipo de gobierno de 25 miembros entre los que destacan tres figuras clave: Bah Ndaw, exministro de Defensa, quien encabeza la transición; le siguen en términos de poder el coronel Goita, uno de los ejecutores del golpe de Estado, y el primer ministro, Moctar Ouane, un diplomático de carrera. Los tres se enfrentan a 18 meses de transición hasta la celebración de unas elecciones de las que se espera una mayor transparencia que en la última convocatoria, en la que el derrocado IBK renovó por segunda vez. Para entonces pueden suceder varios escenarios. Por un lado, que el heterogéneo movimiento popular M5-RFP, conducido, entre otros, por el líder religioso, el imam ­Mahmoud Diko, termine fracturándose a causa de las luchas internas de poder o, por otro lado, que el movimiento consiga constituirse en identidad política y, por tanto, compita electoralmente con nuevos rostros y agendas. En este sentido, se plantea si el imam Diko se mantendrá estrictamente en su rol de «autoridad moral» que le ha permitido durante estos últimos años legitimarse en la escena nacional maliense y movilizar a las masas como ninguna figura pública ha conseguido hacer desde la independencia de Malí o, de lo contrario, transitará hacia la política mediante su activismo islámico.

Numerosas alarmas saltaron cuando Diko creó en septiembre de 2019 la Coordinadora de Movimientos, Asociaciones y Simpatizantes (CMAS), una estructura político-religiosa que, de formalizarse con este doble cariz, colisionaría con el principio constitucional de laicidad del país. El incremento del salafismo institucional a través del tejido social que ha ido forjando el imam Diko bajo el impulso de los países del Golfo ha comenzado a erosionar el islam tradicional sufí –la vertiente mística de la religión islámica en Malí–. Esta figura popular de la corriente wahabí ha ganado terreno en la esfera religiosa maliense –abandonada por las élites en el poder–, lo que ha desembocado en una fuerte competición entre los reformistas wahabíes y los tradicionalistas sufíes. Tanto es así que para los próximos meses de transición se plantean interrogantes sobre el papel del islam político en la nueva configuración de Malí después de la victoria de la movilización social que  desembocó en el golpe y en la que el imam fue una pieza fundamental.

Fuente: Mundo Negro

Demografía

En el año 2017, la población total estimada fue de 18.541.980 habitantes. Más del 90% de la población vive en el sur del país, especialmente en Bamako, la capital y la ciudad más poblada del país, con un total de 1.609.471 habitantes.

El 68% del total de la población maliense vive en áreas rurales, el 25% en zonas urbanas y el 7% restante son nómadas.

Malí presenta la segunda tasa de natalidad más alta de mundo con 43 nacimientos cada 1000 habitantes, y también la segunda mayor tasa de fertilidad del mundo con 7,4 nacimientos por mujer.

La esperanza de vida al nacer es de 57 años, una de las más bajas del mundo.

La población maliense abarca un gran número de grupos étnicos que conviven en gran armonía. Los más representativos son: Bambara, Malinké y Soninké, Peul o fulani, Bobo y Senufo, Bozo y Somono, Songhai, Dogón, Tuareg y Moor.

El idioma oficial de Malí es el francés. Aunque se usan abundantes lenguas debido al gran número de grupos étnicos, la mayoría de la población se comunica en bambara, que es la principal lengua utilizada en las transiciones comerciales.

Religión

El Islam es la religión dominante. El 90% de los malienses es musulmán y la mayor parte de estos son suníes. El Islam practicado en el país es considerado moderado, tolerante y adaptado a las condiciones locales. Las mujeres participan en actividades económicas, sociales y políticas, y no utilizan burka. La constitución establece que Malí es un Estado laico y proporciona libertad religiosa, y el gobierno respeta en gran parte este derecho.

Aproximadamente el 1% de la población es cristiana y el 9% restante corresponde a creencias animistas tradicionales o indígenas. El ateísmo y el agnosticismo no son muy comunes entre los malienses, de los cuales la mayoría practica su religión diariamente.

La relación entre musulmanes y practicantes de minorías religiosas puede considerarse amigable y los grupos de misioneros extranjeros (tanto musulmanes como no musulmanes) son tolerados.

Todas las religiones conviven en un ambiente de respeto y tolerancia que sorprende.

Educación

La educación en Malí es obligatoria y gratuita entre los siete y los dieciséis años de edad. El sistema educativo abarca seis años de educación primaria y seis años de educación secundaria. El 38,7% de la población mayor de 15 años sabe leer y escribir. Del total de la población sólo saben leer y escribir el 48.2% para hombres y 29,2% para mujeres (estimación 2015).

Son muchos los niños y sobre todo las niñas que no acaban sus estudios porque muchos padres no envían a sus hijos a la escuela para que los ayuden en tareas agrícolas y domésticas.

Por otro lado, la calidad de la educación es motivo de gran preocupación. Las clases son demasiado grandes (en promedio un maestro por cada 64 alumnos en las escuelas primarias), los maestros están poco cualificados, las infraestructura son muy limitadas y existe una grave carencia de libros y material escolar, lo que se traduce en que la mayoría de las niñas y niños de Malí que van a la escuela están recibiendo una educación muy pobre. Esta pobre educación se refleja en el hecho de que solo el 26 por ciento de los adultos de Malí saben leer y escribir. Malí presenta la tasa de alfabetismo más baja del mundo. Además, muy pocos finalizan la escuela sabiendo hablar francés, lengua oficial del país, por lo que tienen dificultades para comunicarse con el exterior….

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